Monday, April 16, 2007

¿DEBATE IDEOLÓGICO O RESULTADOS?

Sin agregar demasiado, les mando la opinión del amigo ESPOZ Y MINA, que ya está medio bufando de bronca, desde su resistente espíritu chaqueño, selvático y nómade:

“Amigo Empecinado:
El gran drama de la política argentina es, como usted sabe, la postergación permanente de la solución de los problemas reales. Cuando éstos se hacen presentes, porque fue absolutamente imposible esconderlos debajo de la alfombra -que es el primer gran intento, dotado de no pocas artimañas-, se produce un fenómeno de enorme interés para el análisis político pero de devastadores efectos prácticos en el pueblo: el debate político se embebe de una falta de realismo que confunde al más pintado de los aristotélicos.
Cuando el problema es realmente serio o su solución importa pagar algún costo, la dirigencia política sumerge a la sociedad en la esquizofrenia y la empapa de romanticismo ideológico, sometiéndola a debates de tanta mayor complejidad cuanto más corto es el camino para solucionar el problema. Por lo general, como subproducto adicional a ese debate que se hunde en las raíces mismas de las concepciones filosóficas, viene además la descalificación de quienes quieren solucionar el problema, adosándoles un papel mefistofélico en la escena que se monta en torno a la discusión de ideologías.
La metodología es siempre la misma. Se trata de un veneno cuyo único antídoto es la realidad. Es imperioso no caer en el juego del debate abstracto cuando se trata de solucionar problemas concretos o de advertir las razones prácticas por las cuales los mismos se generaron.
La única salida a la trampa es tomar conciencia de que nada sale bien cuando se hace todo mal: cuando los efectos son negativos es porque se originaron en una causa equivocada. Frente al galimatías ideológico de la discusión eterna y circular, es preciso enfrentar a los responsables con las consecuencias de sus actos. Y los responsables son actuales, viven, gobiernan, toman medidas y se presentan en elecciones.
Como ejemplo vale mencionar, por supuesto, el tema de la política agropecuaria. Usted sabe que yo tengo con eso una manía, desde que tuve que abandonar mi viejo metejón, allá en las calurosas tierras chaqueñas. Pero es que este tema es uno de los más notables en la aplicación de esta treta a la que me refiero.
Hace tres años que este gobierno toma medidas claramente desalentadoras para la producción ganadera, en función de una justificación -también ideologizada y llena de prejuicios- según la cual los precios internos aumentarían por la tracción de los precios internacionales sobre los bienes salarios. Esto, que fue presentado como una maldad de los productores ganaderos (¡yo pensaba en mi amigos del Chaco, yugando de sol a sol!), produjo una reacción gubernamental que se tradujo en identificar a los productores ganaderos como los malos de la película que ellos quieren mostrar, al revés de lo que pasa con los grandes industriales, las empresas constructoras, los contratistas del Estado y otras maravillas del tipo, que también se benefician con el tipo de cambio alto, pero tienen dos virtudes, o tal vez tres: son poquitos, concentrados y blandos de boca; se llaman rigurosamente al silencio, como toda buena profesional y, por último, comparten caja, como marca el buen código de convivencia política.
El enfrentamiento con este nuevo enemigo indócil, generó represalias. ¡Un gobierno, tomando represalias contra sus gobernados! Fue así que se limitó la faena para la hacienda liviana, se crearon los Registros de Exportaciones (ROE), se cerraron las mismas, se intervino el Mercado de Liniers, se pusieron precios sugeridos, se manejaron arbitrariamente los ROE y otras tantas medidas que iban y venían al calor de los enojos, tires y aflojes. Entre otras, la expulsión de la diputada María del Carmen Alarcón -hace ya casi un año- de la Comisión de Agricultura que presidía, porque osó plantear que esas medidas iban a tener resultados negativos para los productores y para los objetivos que el mismo gobierno decía que buscaba.
En ese marco, se generó un debate ideológico de vieja data (¡cada vez más vieja!), que el gobierno iba dosificando a través del desempolve de viejas fórmulas y eslóganes, no para dar una respuesta, sino para complicar la pregunta.
Pero, ¿cuáles fueron los resultados efectivos de las medidas que tomó el gobierno, capitalizando la parte buena del discurso?. Creo que es razonable, a esta altura, pensar que los efectos son atribuibles a las medidas de este gobierno, salvo que todavía sigan sosteniendo que es una consecuencia sobre girada de los gobiernos de hace 60, 40 ó 20 años. No sé. Lo cierto es que:
a) Aumenta el cultivo de soja y los grandes pooles de siembra, en perjuicio de tierras ganaderas explotadas por pequeños y medianos productores, que trabajan ellos y sus familias, en medio de las dificultades climáticas y económicas. ¿Por qué? ¿Porque son malos al convertirse en sojeros, vender sus campos o arrendarlos a precios convenientes o porque no les dimos respiro para seguir siendo ganaderos y mantener sus familias dignamente?
b) Disminuye, obviamente, el stock ganadero, a pesar de que ahora salen a decir que “hay que” generar “políticas activas” para aumentar el stock. ¡Cómo si no fueran gobierno hace 4 años, amigo Empecinado! ¿Pero por qué baja el stock? ¿Porque son malos los ganaderos que matan sus vacas para paliar el ahogo? ¿Porque se pasan a otros cultivos que les permiten ganar más rentabilidad?. ¿Está mal que los productores de Entre Ríos, Chaco, Santiago del Estero, Corrientes, Catamarca, Formosa, Norte de Córdoba, Norte de Santa Fe, Sur de Buenos Aires o La Rioja, para poner algunas zonas ganaderas, quieran mayor rentabilidad, para vivir mejor, mandar a sus chicos al colegio, mejorar sus condiciones de vivienda o, sencillamente, tener esparcimiento digno? ¿O eso está sólo reservado a los sojeros amigos del gobierno, que van de la mano de Ebe de Bonaffini a los actos antiimperialistas y, desde la primera fila, cierran negocios millonarios con Chávez?
En el discurso, más de una vez he escuchado a diputados ultra oficialistas, como el presidente de la bancada o un joven maravilla del norte argentino, hablar de la necesidad de “controlar” los pooles de soja, que avanzan criminalmente generando el calentamiento global y no sé que otras cosas horribles. Pero cuando diseñan la política, la torta es para esos que dicen combatir. ¿Lo hacen por ignorantes amigo Empecinado?
c) Consecuencia de la disminución de la oferta ganadera, es precisamente, el aumento del precio de la carne, volviendo el círculo al punto cero. Desde el primer momento en que se encaró el tema del precio de la carne como un enfrentamiento con el productor, se alertó sobre lo contraproducente de las medidas para obtener el objetivo buscado, además de generar una transferencia de ingresos de los productores hacia los intermediarios (léase: matarifes, frigoríficos y los amigos supermercadistas, de diaria y humillante conversación con la Secretaría de Comercio Interior).
d) Se generó un mercado negro por fuera de los precios sugeridos, con el consecuente impacto impositivo para el Fisco y de calidad para el consumidor. Ahora la carne barata ya no tiene más carne y, encima, no es barata.
En fin, entiendo que parte de nuestra resistencia es salir de las trampas ideológicas y ver, en los hechos, cuáles son las consecuencias de algunas medidas, identificando claramente a sus responsables, sin caer en el engaño del tero, que pega el grito en un lado para esconder donde pone los huevos.
Un abrazo y saludos a los resistentes de su lado.
Francisco ESPOZ Y MINA”

Por mi está bien. Un abrazo a todos.

EL EMPECINADO

Monday, April 02, 2007

MALVINAS: ÚLTIMA ESPERANZA DE UNIDAD

Mantener en el recuerdo del pueblo argentino a la gesta de Malvinas, siempre me ha perecido una lucha que tiene mucho que ver con la resistencia, a la que he aludido en otros escritos como único camino de recuperación del núcleo duro de nuestra nacionalidad.
Las Islas Malvinas son, como dijo el poeta, la hermana perdida que nos mantiene vivos a fuerza de querer ir a su encuentro. Son el fuego que enciende la voluntad nacional. Son la Nación misma, que ha sabido instalarse en el corazón de los argentinos, y recordarnos que siempre habrá algo que nos mantenga unidos, a pesar de la imperdonable actitud de quienes, conociendo ese prodigio, siembran la semilla de la desunión, utilizando para ello sus más feroces armas, entre las cuales resalta la más antigua de ellas: la traición.
La búsqueda de la unidad nacional siempre ha tropezado con duros obstáculos, los cuales a pesar de su pernicioso y logrado efecto, se presentan frente a la grandiosidad de los héroes de Malvinas, de cada uno de ellos, como meros accidentes ocasionales, como peleas callejeras o como burdas maniobras de mediocres traidores. La sustancia esencial de la causa Malvinas permanece inmóvil en el corazón del pueblo y de pie frente al activo movimiento de los pusilánimes que la ignoran, la tratan con indiferencia o abiertamente la bastardean.
Aquellos que de alguna manera u otra esmerilan la causa de Malvinas, expresan lo que ellos quieren que sea su Argentina. Una Argentina inventada al calor de ideologías importadas, sumida en luchas que no son nuestras y dividida por siempre, para quedar a merced de los ocultos e inconfesables patrones de quienes esto persiguen. Estoy hablando, sin vueltas, de la izquierda timorata, pseudo intelectual, soberbia y victimizada, que cuanto menos participó en la lucha, más se vanagloria de heridas que nunca les fueron impartidas, simplemente por no haber querido ni sabido estar en el campo de batalla. Estoy hablando, también, de esa derecha grotesca, inculta, vergonzante y descomprometida, dispuesta a dar cualquier cosa, lo que sea, para sacarse de encima el lastre para ellos ominoso de lo poquito de gloria que quedaba de sus banderas y poder ser, al menos por un día, reconocidos representantes de una progresía moderna y políticamente correcta.
Todos representantes de una clase política en retirada; una verdadera oligarquía cuya única misión es permanecer en el control de esa maraña de complicidades que impide florecer el esfuerzo del pueblo trabajador. Unos cobran por izquierda y otros por derecha, pero ninguno atina ni tan siquiera a conmover las bases de ese sistema corrupto. Pero aún siendo corrupto, ni siquiera es la corrupción lo peor de su expresión. La corrupción es simplemente una herramienta. No se trata de objetar su falta de integridad moral, que es absoluta, sino de alertar sobre algo que es aún más nocivo: su militante falta de patriotismo, su desprecio a la construcción del proyecto en común, su voluntario favor a quienes apuestan a la desunión y consolidan las condiciones de vida miserables del pueblo para poder así dominarlo, su permanente ostigamiento a todo aquello que permita al pueblo, desde lo cultural, desde lo espiritual o desde lo económico, ser libre y digno y portar el imperdonable virus de soñar con una patria grande.
Frente a ello, en cambio, están erguidas las Islas Malvinas y los bravos soldados que en ella dieron su sangre, empeñándose en mostrar, desde la humilde geografía de la Gran Malvina y la Soledad (la unidad en la diversidad), lo que la Patria es en su esencia, su corazón latiente, el alma que insufla la vida en el cuerpo ya casi inerte de una Argentina de brazos caídos, que toma con demasiada facilidad las banderas de la desintegración y de la lucha entre hermanos y se resiste, enmarañada de excusas abstractas y mediocres, a asumir protagónicamente un destino de grandeza. Claro, porque la grandeza tiene sus costos.
Las Malvinas son la esperanza, amigos resistentes, pero a medida que pasa el tiempo la salida es más difícil. Porque vendrá de la reacción de un pueblo que hoy se limita a resistir en su corazón y algún día resistirá en las calles. La misión del dirigente será dotar a esa inevitable reacción de un cauce político, que sólo podrá lograrse si se alimenta una doctrina común, se fortifican las organizaciones y se genera un compromiso basado en la solidaridad, más que en el odio.
Me despido amigos con un cálido agradecimiento a los soldados de Malvinas, que supe que hoy también tuvieron que vivir horas dolorosas, en las que otra vez triunfó el enfrentamiento y tuvo un imperdonable protagonismo la ausencia superficial del general en jefe de los ejércitos de ocupación, en el acto de homenaje oficial conmemorativo del 2 de abril de 1982.
Un abrazo resistente.

EL EMPECINADO