Saturday, December 30, 2006

LOS ALCÁZERES DE NUESTRA RESISTENCIA

EL EMPECINADO hizo un llamado originario a la resistencia cultural y así nació este espacio de lucha. Nuestro modo de vida es lo último que nos queda defender, frente a los ejércitos abrumadores de la desinformación, el ya brutal uso de los medios masivos de comunicación y la masificación de la que echan mano los traficantes de la pobreza en la Argentina. La agresividad con que se utilizan los diversos canales de eliminación del pensamiento, es de una potencia que se presenta como arrolladora.
Pero debemos ser concientes –como se dijo en anteriores oportunidades- que el valor propio, el de la dignidad, el del carácter, el de la humanidad de nuestro espíritu trascendente, es lo que nos da una fuerza superior. Esa conciencia es la que debe movilizarnos, pienso yo, hacia modos de organización distintos, que sean capaces de enfrentar eficazmente a un sistema cada vez más afianzado, que defiende el statu quo de lo que es injusto y propicia la desintegración paulatina y sutil de lo que debería conservarse como propio de lo argentino y como propio de un pueblo capaz de reaccionar desde la fuerza del corazón.
El pueblo sabe cuales son sus refugios. El pueblo sabe donde reside la fuerza de una resistencia organizada. Sabemos y percibimos donde están los muros de nuestra propia dignidad; aquellos que impedirían que el ejército de ocupación avance sobre nuestros corazones libres. Sólo tenemos que fortificar esos alcázares a través de una organización acorde. Firme, tenaz y sólida en la defensa, pero también enérgica, efectiva y vigorosa en los avances. Una organización que permita identificar a quienes atacan o, al menos, individualizar los hechos que suponen un ataque, para estar en condiciones de neutralizarlos.
Este espacio de lucha, amigos del alma, está en condiciones de recibir, a través de las herramientas de comunicación que sabemos utilizar, toda la información que revele un ataque a nuestra cultura; definiendo ésta –repito- como nuestro modo de ser argentinos. Debemos combatir contra todo aquello que procure debilitar nuestros alcázares de resistencia: la religión, la integración y la unidad nacional, los modos de expresión cultural, nuestro campo argentino y sus diversos esquemas de producción y de trabajo genuino, la educación integral de nuestros hijos, los ámbitos de convivencia y espacios públicos y todo lo que a nuestro entender consolida a la familia argentina como núcleo y eje de la comunidad, marco en el cual se realiza la persona humana y la Nación toda.
Una vez recibida esa información, concentraremos la fuerza que sea necesaria, para demostrar que las minorías pseudo progresistas y las “avanzadas” intelectuales que abrevan de modelos extranjeros, no podrán destruir nuestros corazones, nuestra dignidad y nuestra cultura.
Entendamos que lo más importante que debemos defender es nuestra trascendencia como personas, la forma en que miramos a la cara a nuestros hijos y que el modo en que pretendemos darles lo que recibimos de nuestros padres. Cuando tomemos nuestras decisiones, públicas y privadas, políticas o económicas, recordemos a nuestros padres y ubiquémonos, al menos desde el recuerdo, en aquellos hogares dignos que nos vieron nacer y criarnos. Así nos daremos cuenta de que no podemos entregar nuestros corazones a la indignidad que pretenden estos mercaderes del sistema imperante y, por el contrario, debemos encontrarnos entre nosotros, organizándonos popularmente con el vecino, para reflotar los valores de una Argentina que debe caminar hacia un futuro de integración y justicia social.

Los saludo animoso, deseando un muy feliz 2007, para que sea éste el año de la dignidad.

EL EMPECINADO

Sunday, December 24, 2006

NOCHE BUENA EMPECINADA

En esta Nochebuena y para esta Navidad, convocamos a nuestros hermanos en la lucha a meditar en torno a José y María, para no perder de vista que la paz, la humildad, la armonía y el orden son los que presiden todo nuestro accionar resistente y empecinado.

Una familia humilde, una creencia firme, una misión anunciada, un pesebre. Eso era todo lo que precedió el nacimiento del Redentor del mundo; Aquel Mesías que se hizo hombre para redimirnos del pecado, para enseñarnos la verdadera dignidad del ser humano.

Ese hecho luminoso y lleno de misterio, es el que da sentido a toda la existencia, a toda la historia, a nuestra propia vida. Ese nacimiento en un humilde pesebre de Belén, de quien luego sufriría y moriría en la Cruz por nuestros pecados -por los que hoy y siempre cometemos- es la culminación de la obra de Dios.

No se trata de una mera fecha de reunión familiar, regalos y excesos. Es efectivamente una fiesta y las fiestas hay que celebrarlas. Pero no olvidemos que esta fiesta es el símbolo de la dignidad del hombre. El hombre que es centro de la creación y señor del mundo; el que fue creado a imagen y semejanza de su Creador; el que resulta creado a cada instante en un acto pensante de Dios: un acto permanente de gratuito Amor. Es una fiesta para recordar que todo el ser, desde la concepción hasta la muerte y después de la muerte, resulta algo pensado y sostenido por el trabajo creador de Dios, sólo porque nos ama.

La Navidad es una fiesta en la que debemos pedir fortaleza, para hacernos cargo en este mundo de una difícil y trabajosa búsqueda. La búsqueda del equilibrio entre el cultivo y respeto por el propio cuerpo y el fortalecimiento de nuestras almas, sin que uno prime sobre el otro, porque así fuimos creados. Un equilibrio en el que debe primar la Libertad. Es esta una fiesta en la que debemos rendir culto a la propia libertad, en el marco de una enorme responsabilidad. Todo lo que nos es dado nos hace más responsables de nuestra propia libertad y de nuestra propia dignidad. Esa es la búsqueda a la que llamamos lucha, porque no es otra cosa, en un mundo que olvida la gratuidad de su existencia y, de la mano de la soberbia, cree poder desligar su destino del Camino, la Verdad y la Vida.

Pensemos, en esta Navidad, en la forma en que ejercitaremos nuestro espíritu y fortaleceremos nuestros músculos, entre los que destaco especialmente al corazón. Pensemos, en definitiva, en la forma que defenderemos nuestra dignidad a través de actos que importen una afirmación de ella, que la reivindiquen en sus diversos planos: en lo personal, cuidando nuestra persona, el cuerpo y el alma; en lo social, ejerciendo la justicia, la caridad y el compromiso militante.

Los despido con un abrazo fraterno, deseándoles una muy Feliz Navidad y los acompaño en esta fiesta invocando a nuestra Madre, la Santísima Virgen María.

EL EMPECINADO

Tuesday, December 19, 2006


La Calle: Nuestro Espacio

"Dicen que los chapetones
ya nos cuentan 'redotaos'.
Es que no han 'caido' en que somos
pocos, pero bien 'montaos'

Osiris Rodríguez Castillo
Poeta Argentino del lado Oriental


El comandante de los ejércitos de ocupación en la Argentina, y muchos de sus fieles coroneles, siempre dispuestos a traicionar por “mejores causas”, nos quieren convencer de que no podemos doblegarlos, porque somos pocos. No dejemos que ablande nuestro espíritu esa metodología artera y disolvente, que intenta dividirnos entre nosotros y nos quiere hacer creer que la cultura de nuestro maravilloso pueblo empezó a desarrollarse el día en que nombraron al señor F. como Ministro de Educación.
Nosotros no somos aquellos que pueden dividirse a través de la historia, nuestra historia, que reconocemos como propia, llena de hazañas probadas y profusa en gestos de dignidad. Nosotros, señor comandante ocupador, somos los que estamos unidos por el destino: un destino de Patria Grande y de hombres dignos.
Es absolutamente necesario convencernos de ello. Nuestra labor resistente y empecinada no es otra cosa que la construcción de una corriente de opinión que se sustente en los principios de una Argentina productiva, integrada territorial y socialmente, que genere inclusión social a través del trabajo que seamos capaces de generar mediante el desarrollo potenciado de las cadenas productivas; una Argentina exportadora de alimentos; una Argentina integrada también al mundo con una visión estratégica que se sustente sobre nuestras ventajas comparativas y competitivas; una Argentina que se plantee solucionar realmente las asimetrías regionales en materia social, de salud, de educación y de vivienda.
Esa construcción no debe renunciar a ser auténtica, representativa, respetuosa de la propia idiosincrasia y, sobretodo, debe convencerse de su condición de popular. Debemos estar dispuestos a discutir nuestra visión sin ideologías preconcebidas, con todos los sectores sociales: urbanos y rurales; empresarios y trabajadores; universitarios y académicos; agricultores, industriales o comerciantes prestadores de servicios. Esta visión debe consolidarse en verdaderos cabildos abiertos en cada rincón de la Patria, en donde se revaloricen los ámbitos de discusión populares, de los cuales surja, de abajo hacia arriba, del interior hacia las grandes ciudades, un verdadero proyecto de Nación compartido e integrador.
Esto se concreta en cada uno de nuestros pueblos, de la mano de la opinión de cada vecino nuestro que encuentre alguna forma de participar y que integre de cualquier manera esta corriente de opinión. Una corriente de opinión que tiene que confrontar, eligiendo al verdadero enemigo, con los que siguen sosteniendo que la Argentina no está llamada a ser grande, sino cada vez más pequeña, cada vez menos integrada, con una población menos educada y más concentrada en centros urbanos que ya no resisten, que ya no brindan más servicios de ninguna especie y que sólo albergan personas, hacinadas en barrios de emergencia, ocupando terrenos ilegalmente, construyendo viviendas sin acceder a un título que los haga propietarios y eliminando toda posibilidad de ser artífices de su propio destino, cada vez más alejados de la dignidad humana más elemental.
Este es el trabajo que tenemos que hacer, concientes de que nuestro propio valor es el que puede aportar realmente a una Argentina distinta, con hombres y mujeres que construyan, día a día, desde la dignidad personal y con responsabilidad social.
Los saluda alegre, un hermano en la lucha.

EL EMPECINADO

Monday, December 18, 2006


UNA RESISTENCIA VIGILANTE

Esta página está dedicada a Juan Martín Diez, un guerrero partisano español en tiempos de la invasión napoleónica, que se hacía llamar El Empecinado, pues así se les decía a los de su pueblo, que vivían a orillas de un río musgoso que dejaba su curso plagado de pecina.
Dicen que la osadía y tozudez, pero a la vez la consecuencia e inteligencia con que combatió a uno de los ejércitos más poderosos de todos los tiempos, generando una resistencia que enloqueció al propio Napoleón -el estratega-, hizo que su mote fuera con el tiempo sinónimo de lo que hoy se conoce como empecinamiento.
Nuestro propósito de hoy tiene que ver también con una resistencia. Y si hay resistencia es porque también existe opresión. Una opresión más sutil, que exige una resistencia más inteligente, menos sanguínea y, por lo tanto, más difícil de encender en los corazones de los oprimidos.
Será este una canal de participación de quienes entiendan que el espíritu del pueblo argentino está siendo anquilosado en su potencialidad por una opresión distinta, que no es ocupación extranjera, pero se le parece.
La tierra argentina, la familia argentina, el hombre y la mujer argentinos están siendo invadidos por el desinterés y la mediocridad de su clase dirigente. Este será un canal que se propone despabilar, despertar, sacudir el yugo paralizante de quienes no nos dejan trabajar al modo argentino, no nos dejan producir al modo argentino y no nos dejan vivir al modo argentino. Creemos que esa es la defensa empecinada que tenemos que asumir; y no es otra que la defensa de NUESTRA CULTURA.
Nuestra cultura vive en el interior de la patria, en sus pequeños pueblos, en los campos, en las manos de los hombres y mujeres trabajadores y en todos los ámbitos en donde esos trabajadores, como tales, se relacionan. Nuestra cultura puede desarrollarse también con mucha riqueza en las grandes ciudades; pero no debemos olvidar su origen y esencia, que viene de la tierra. La misma tierra que pisaron los originarios pueblos aborígenes, de cuya sangre y costumbres estamos orgullosos; la misma tierra que fue conquistada, civilizada y labrada por nuestros abuelos europeos.
No deberíamos permitir que en nombre de la cultura se bastardee a nuestra más profunda tradición, se manosee a la familia y se pretenda imponer una visión absurdamente individualista, en la que el placer inmediato nos sume en banalidades permanentes, mediocridades, superficialidades que ya no respetan ni el concepto ni la sustancia de las cosas. Todo es frugal, todo es efímero. El Empecinado resistirá a las aventuras progresistas que nunca se hacen cargo de las consecuencias de sus paquetas ocurrencias, siempre a la moda y siempre originadas en los países disolventes de la nacionalidad.
El Empecinado defenderá al trabajador argentino y al productor argentino, contra los embates de quienes quiera sean que osen utilizar su verbo y su accionar contra quienes todos los días amanecen pensando y concretando el sueño de esta patria, con tierra en sus manos e intentando llevar el pan a su familia, para mantenerla unida, cada uno en su rol: el padre como padre, la madre como madre y los hijos como hijos.
Creemos en la dignidad del hombre, creemos en la realización de su destino y creemos que para ello la comunidad debe también realizarse como tal. Resistiremos contra quienes desde el poder o desde una actitud mezquina y miedosa no defiendan al hombre en su entera dignidad, en su cuerpo y en su alma, hecho a imagen y semejanza del Dios creador, quien ofreció la ofrenda amorosa de la muerte de Su Hijo para salvarlo del pecado.
Esperamos ser parte de una resistencia que no sea en soledad. Los saludamos con el calor de hermanos nuestros y nos estamos viendo.

EL EMPECINADO