Tuesday, May 08, 2007

MATRIMONIO DE HOMOSEXUALES

Se ha difundido en varios medios, la iniciativa de algunos diputados que pretenden instalar la legitimación de la homosexualidad en nuestra sociedad, a través de una modificación en nuestro Código Civil.
Estos buenos señores, muchos de los cuales son del oficialista FRENTE PARA LA VICTORIA -rémora progresista e iluminada de lo que fue el Partido Justicialista- presentaron un proyecto destinado a modificar el Código Civil, para que el consentimiento matrimonial pueda ser expresado por personas del mismo sexo, en lugar de que el mismo sea entre un hombre y una mujer.
Es increíble que el movimiento que ha hecho realidad la revolución social más trascendente de nuestra historia, que incorporó a las masas populares a la vida política argentina, que hizo propias las necesidades de los más humildes y que incorporó la justicia social a la vida de miles de argentinos excluidos, se aboque ahora, por el sueño grotescamente europeo de quienes lo conducen hacia su desaparición, a resolverle los problemas de conciencia laxa a los sectores de clase media acomodada o de una clase alta que ya renunció definitivamente a su papel de dirigencia para sumirse en la hoguera de las vanidades más burdas y chabacanas. El General en Jefe de los ejércitos de okupación, quiere transformar al movimiento peronista -que en rigor seguirá siendo siempre el mismo, porque vive en el corazón de su pueblo- y en lugar de constituirlo en el canal de inclusión social de las masas de trabajadores y de marginados, lo conducen tildándolo impunemente de “espacio político progresista”, del cual participan activamente una serie de liberales de izquierda pseudos populistas (que lejos están de concretar la prometida revolución), mujeres feministas amachadas y meros delincuentes entreguistas, a quienes lo mismo les da María Julia Alsogaray, Nilda Garré o Cristina Kirchner, con tal de seguir ocupando sus espacios en beneficio exclusivamente personal.
Fue Eva Duarte de Perón, de quien ayer se conmemoró otro aniversario de su nacimiento, la que luchó por los derechos y por la dignidad de la mujer hasta entregar su propia vida. No esta pléyade de travestidos y travestidas que utilizan sus banderas para psicoanalizar a las clases acomodadas, que como ya llegaron a la cúspide de su decadencia, no saben cómo hacer para legitimar social y jurídicamente sus apetencias incontroladas de sexo libre y vanidosas superficialidades. En vez de hacer bandera con el pueblo argentino, que sigue luchando por su dignidad de personas, en medio de un torrente de ladrones que profundizan los bolsones de pobreza y marginalidad en nombre del mismísimo General Perón, ahora se alían con los intelectuales europeizados que vienen a tronchar lo más popular de nuestra cultura y lo más hondo de nuestra nacionalidad, que es la familia.
Quiero manifestar mi más profundo repudio ante este nuevo avance destinado a la destrucción de la familia tradicional Argentina. El matrimonio es una institución natural, que hace a nuestra cultura y que existe grabada en la mente y en el corazón de los hombres. La naturaleza sexuada del hombre, encauzada a la fecundación, presupone la diferencia de sexos en base a la complementariedad. Resulta una institución cultural profunda para el ser humano, justamente por tratarse de una forma natural de intercomunicación interpersonal, que por ser complementario perfecciona a los integrantes de la pareja.
Resistamos a los avances de esta nueva oligarquía intelectualizada, antipopular (“todo círculo político es antipopular, y por lo tanto, no es Peronista”), anticristiana y anti humanista, que se disfraza de peronista, olvidando que “el Justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente Cristiana y profundamente Humanista”. ¿Les suena?.

Un saludo dolido

EL EMPECINADO

Wednesday, May 02, 2007

EL PROFETA BIZCO

Sumido en una de esas depresiones profundas que sabemos sufrir, cada tanto, los resistentes contra la opresión de la mediocridad, resolví ahogarme con libaciones sublimes, de las que se producen en la lejana, pero gloriosa y mítica tierra escocesa. Parece ser que un milagro hizo volar las páginas de un viejo libro de mis amores, la Ciudadela de Saint Exùpery y los manes celtas, en alianza con el Todopoderoso, me posaron sobre un texto que no hago más que transcribir. Cualquier semejanza que adviertan ustedes con cierto paraje del mundo, que debe su nombre a la plata, es sólo una maldad más de los dioses, que juegan nuestro destino en una monstruosa timba celeste, en la que me imagino participando a más de un amigo, de los que se nos fueron. Los dejo con Antoine. Léanlo en paz.

“Me acordé de ese profeta de mirada dura que, para colmo, era bizco. Me vino a ver, y la cólera lo poseía. Una cólera sombría.
- Conviene –me dijo- exterminarlos.
Y yo comprendí que tenía el gusto de la perfección. Pués sólo es perfecta la muerte.
- Pecan –dijo.
Yo callaba. Veía claramente bajo mis ojos su alma tallada como una espada. Pero pensaba:
Existe por el mal. No existe más que para el mal. ¿Qué sería de él, pues, sin el mal?
- ¿Qué deseas –le pregunte- para ser venturoso?
- El triunfo del bien.
Y comprendí que mentía. Pues llamaba ventura al desuso y la herrumbre de su espada.
Y se me presentaba poco a poco esta verdad deslumbrante: que quien ama el bien es indulgente con el mal. Que quien ama la fuerza es indulgente con la debilidad. Pues si las palabras se sacan la lengua, el bien y el mal, sin embargo, se mezclan, y los malos escultores son abono para los buenos escultores; y la tiranía forja contra ellas las almas altivas, y el hambre provoca la repartición del pan, el cual es más dulce que el pan. Y los que urdían conspiraciones contra mí, prendidos por mis gendarmes, privados de luz en sus celdas, parientes de una muerte próxima, sacrificados a otros que no son ellos mismos, por aceptar el riesgo, la miseria y la injusticia por amor a la libertad y a la justicia, me han parecido siempre de una belleza deslumbrante, que ardía como un incendio en el lugar del suplicio; razón por la cual les he frustrado su muerte. ¿Qué es un diamante si no existe la ganga dura para excavar, y que lo oculta? ¿Qué es una espada, si no existe el enemigo? ¿Qué es un retorno si no existe la ausencia? ¿Qué es la fidelidad, si no existe la tentación? El triunfo del bien es el triunfo del rebaño prudente sobre su pesebre. Y no cuento con los sedentarios y los repletos.
- Lucha contra el mal –le dije-, y toda lucha es una danza. Y obtienes tu placer del placer de la danza, luego del mal. Yo preferiría que danzaras por amor.
Pues si te fundo un imperio donde nos exaltemos por causa de los poemas, vendrá la hora de los lógicos que razonarán sobre esto y te descubrirán en los contrarios a los poemas los peligros que amenazan a los poemas; como si existiera el contrario de alguna cosa en el mundo. Y te nacerán entonces los policías, que confundiendo al amor del poema con el odio al contrario del poema, se ocuparán, no ya de amar, sino de odiar. Como si se equivaliera el amor del cedro con la destrucción del olivo. Y enviarán a la cárcel ya sea al músico, ya al escultor, ya al astrónomo, según el azar de razonamientos que serán estúpido viento de palabras y débil temblor de aire. Y mi imperio perecerá entonces, porque vivificar al cedro no es destruir al olivo ni rechazar el aroma de las rosas. Planta en el corazón de un pueblo el amor por el velero y te drenará todos los fervores de su territorio para cambiarlos en velas. Mas tu quieres, en persona, presidir los nacimientos de las velas persiguiendo, y denunciando y exterminando a los heréticos. Pero ocurre que todo lo que no es velero puede ser denominado contrario del velero; porque la lógica puede ser llevada adonde tu quieras. Y de depuración en depuración exterminarás a tu pueblo; pues ocurre que cada uno ama también otra cosa. Aún más, exterminarás al velero; porque el cántico del velero se había transformado para el que hace los clavos en el canto de la herrería. Lo meterás en prisión. Y no habrá más clavos para el navío.
También aquel cree favorecer a los grandes escultores exterminando a los malos escultores, a los que en su estúpido viento de palabras llama contrarios a los primeros. Y yo te digo que tú prohibirás a tu hijo un oficio que ofrece tan pocas oportunidades de vivir.
- Si te entiendo bien –se enfureció el profeta bizco- ¡yo debería tolerar el vicio!
- No. No has entendido nada –le respondí.”

Un abrazo de hermano.

EL EMPECINADO